domingo, 1 de marzo de 2015

El color de la democracia

Ya es difícil despertar de un largo letargo un blog de administración pública para hablar de un trapito, pero así es. Sólo un vestido ha conseguido arrancarme palabras que no dudo de la necesidad de dejar plasmadas (de las que dudo ya las comentaremos otro día... o no).

Medio planeta ha estado hablando sobre si este vestido es blanco y dorado o azul y negro:

fuente original: http://swiked.tumblr.com/post/112073818575/guys-please-help-me-is-this-dress-white-and

Al parecer, sólo un 25 por ciento lo veía negro y azul y el resto blanco y dorado. Se pierde por ahí los porcentajes que lo veían azul y dorado y alguna otra combinación. Gracias a las redes sociales hemos podido saber, además, que, efectivamente, el vestido es azul y negro.

Al margen de la diversión y el entretenimiento que ha generado en mi entorno, he echado de menos un análisis serio de qué había pasado. Uno podría ser el científico de cómo los conos de nuestra retina perciben el color, cómo nos influyen el resto de colores del entorno, la iluminación,... por si nos ayudaba a saber por qué había alguien en los grupos que lo veía de otro color diferente. 

Pero aún me queda otro enfoque. No nos poníamos de acuerdo en el color del vestido pero, si hubiéramos votado (de hecho, en muchos sitios se votaba), habría ganado por mayoría aplastante el blanco-dorado. Sin embargo, el vestido era, efectivamente, negro y azul.

Es terrible. La pregunta "¿De qué color es?" creíamos, hasta ahora, que era algo objetivo. Hemos respondido de forma objetiva y sincera. No ha habido malicia ni ningún intento de manipulación. Sin embargo, si hubieramos tenido que tomar una decisión basada en "mayorías", ¿Habríamos estado equivocados?

Bien, ahora piensen en las respuestas a "¿Dedicamos más fondos a ayudas sociales? ¿Los parados que cobran 400 euros se desincentivan y no buscan trabajo? ¿La educación debería ser gratuita? ¿Deberían subir los impuestos o aumentar el copago?". Y ahora, piensen que vamos a decidirlo por mayoría y, después, que sólo un 25% minoritario era capaz de ver la realidad de la respuesta.

Y, tras esto, piensen en que hemos simplificado el debate a blanco-dorado o azul-negro y resulta que hay quien ve que el color es lila, o azul-dorado, o perla-marrón,...

Y, para acabar, en que cada uno de nosotros hemos estado y estaremos en cada uno de esos porcentajes: mayoritario, minoritario y "desaparecido en combate".

Cuando pedimos tomar una decisión o afrontar un problema ¿Qué retinas están viéndolo? ¿Las privilegiadas visionarias minoritarias que son capaces de ver la realidad pero no de explicarla? ¿La mayoría que siempre está en lo cierto? o ¿La mayoría cegata?.

A mí, el trapito, me ha dejado muy intranquila. Será cosa de la frivolidad y de querer revisar mi fondo de armario. Ya no sé de qué color es la democracia.
 

3 comentarios:

  1. ¡¡Qué gran reflexión a cuento del trapito!!. Difundo...
    Besos

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  2. Muy sencilla y totalmente acertada tu reflexión....yo también difunto :-) Gracias

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  3. A vosotros!! Fini, espero que sea que difundes y no que está difunto! ;-)

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