viernes, 15 de julio de 2011

Mi príncipe innovador sigue sin aparecer

Cuando eres funcionario, puedes encontrarte con la terrible experiencia de descubrir que en tu puesto no van a ser innovadores ni te lo van a permitir. Que la transparencia se limita a cumplir la ley. Y que la jerarquía consiste en las comunicaciones sólo funcionan de arriba a abajo.

Esto, unido a que tu puesto es fijo en el más amplio sentido de la palabra (Fijo porque no van a venir a desperdirte, vale, pero fijo porque moverte es toda una odisea que puede durar varios años, promocionar no consiste ni en tener méritos ni en merecerlo.), hace que una inmensa nube negra se cierna sobre tu cabeza.

Sobre todo porque llevas años encadenando decepciones al comprobar que ese cambio de superior, esa nueva designación con la legislatura, esa nueva promesa de que va a venir alguien a mejorar la gestión, no es más que más de lo mismo. Como bien decía Enrique Sacanell, los funcionarios estamos siempre esperando a nuestro príncipe azul

¿Qué hacer cuando asumes que no va a venir a rescatarte?


Hay una opción, muy extendida entre los más emprendedores e innovadores, que es salir de la rueda y establecerse como consultores independientes al servicio de la administración.

Esta alternativa tiene una gran ventaja. Posees gran movilidad y puedes ir a trabajar con aquellas personas, de dentro y fuera de la administración, que coincidan con tus intereses y que puedan aprovechar tus habilidades.

Pero también tiene grandes desventajas. Desde luego, que no es una alternativa inmediata. No es una decisión que se pueda tomar en 24 horas. Y, además, exige una apuesta económica, con cierto riesgo y una fuerte inversión en cuanto a tiempo propio que no todas las circunstancias familiares permiten.

¿Y si decido seguir prisionero en mi torre?

Hay una alternativa que es asumir que los cambios no son inmediatos. Que nuestra labor de cambiar la administración más que con una apisonadora tiene que compararse con la gota que horada la roca.

Si tu vecino no te habla pero si, siempre que le ves, le dices “buenos días” acabará por saludarte. Lo mismo ocurre en el trabajo. Intentarás una vez, dos, cien, implantar una pequeña mejora y te dicen que no, pero, suelen irse acabando los argumentos con el tiempo y te permiten ese cambio.

Normas para la supervivencia durante el cautiverio

Si se opta por esta vía es importante saber que una pieza fundamental es la resistencia física y mental propia. En estas circunstancias el cambio va a ser muy lento y duro y hay que estar preparado para que el desgaste sea mínimo.

Otra opción fundamental es saber que la motivación, el trabajo bien hecho o el crecimiento no tiene por qué limitarse al ámbito laboral. Uno puede ser una pieza más del mecanismo durante el horario de trabajo pero buscar intereses que llenen esas inquietudes: proyectos fuera del trabajo, formación y colaboración con otros innovadores, simple autoformación, colaboración en red,...

También hace falta crecimiento personal. En esta circunstancia es importante saber perdonar, olvidar y evitar rencores. Cualquier momento es bueno para volver a intentar una mejora, volver a hablar con quien tenga posibilidad de hacer el cambio, buscar nuevos argumentos, … Y guardar rencillas pasadas sólo son más piedras en nuestro propio camino hacia un trabajo satisfactorio.

La información siempre es un gran aliado. Generar y difundir información ayudan a crear corriente de opinión que supondrá un caldo de cultivo donde sea mucho más sencillo implantar novedades.

Las pequeñas experiencias positivas también generan disposición a que estas vayan generalizándose. Por eso, saber descuartizar un gran proyecto de innovación en minúsculos fragmentos que puedan ir implantándose sin demasiado ruido es una alternativa en esta modalidad.

Mantener la demanda constante también es importante. Un ritmo de demanda constante y activa, buscando en todos los perfiles susceptibles de intervenir en la mejora también ayuda a crear la cultura. No nos engañemos, quien tiene capacidad de cambio, lo sabe. Y, la demanda de empezar a hacer las cosas mejor, a todos nos llena.

Esta opción también puede suponer la creación de alianzas e intercambios entre unidades no conectadas por razones de funcionamiento pero sí por ideología de trabajo. Lo que vuelve a suponer la creación de una cultura dentro de la organización.

Y mantener la vista en que siempre, en cualquier momento, es posible dar el paso a un cambio que suponga un balón de óxigeno para nosotros: cambiar de puesto, salir de la rueda, encontrar otros intereses, … mientras tanto, no queda otra que abandonar el traje de princesa y convertirse en la gota sobre la roca.


lunes, 4 de julio de 2011

Entre alberges y subcontrataciones

Una de las principales bazas en este empeño de adelgazar la administración es la subcontratación o incluso la externalización de servicios. Esto planteado así, supongo que a la mayoría de la gente de a pie no le suena mal. Si además le ponemos la etiqueta de la colaboración entre el sector público y privado, incluso a alguien como yo, funcionaria de pro puede sonarle bien.

Pero entonces termina mi jornada de trabajo, me pongo mi traje de ama de casa y me bajo al mercado de mi barrio. Allí entre "kilo y medio de ternasco" y "llévate los alberges que vienen muy buenos" me pregunto qué clase de economía esquizofrénica nos están vendiendo, donde los criterios para reducir gasto público son los contrarios a los que sigue cualquier familia para ahorrar en su casa.

En muchas casas cuando tienen que hacer cuentas porque la cosa está muy achuchada uno de los principales candidatos para reducir gastos son esas pequeñas externalizaciones a los que mucha gente acude: la señora que nos ayuda en casa, el cuidado de los niños ("a ver si ahora con fulanito en el paro, o tirando de abuelos pasamos el invierno"), etc

Debe ser que tengo muy interiorizado ese papel de ama de casa, pero cuando analizo las subcontrataciones que veo en mi entorno lo que veo es:

* Subcontratar es caro y suele ser ineficiente. Seamos honestos con las números de las AAPP y analicemoslos desde una perspectiva global, no con la trampa de las partidas. Reducir el tan traído capítulo I, no siempre repercute en menor costo final del servicio que se ofrece.

* Los grandes beneficiarios de las externalizaciones suelen ser las grandes empresas y multinacionales que son las que se llevan la mayoría de los concursos públicos, pocas pymes compiten en ese mercado. Así que salvo excepciones no generan riqueza en el entorno.

* La subcontratación origina una serie de funciones que serían innecesarias en otro modelo: se crea la necesidad de controlar la ejecución de lo contratado y son necesarios los intermediarios/traductores del usuario final con la empresa finalista, papel en el que yo muchas veces tengo la sensación de jugar al teléfono roto.

Las empresas medianamente serias exigen esa figura de interlocutor en el lado de la administración y aún así hay unas escalofriantes cifras de aplicaciones informáticas pagadas y nunca utilizadas en la AP que deberían dar que pensar a más de uno.

Son las consecuencias de complicar el sistema.

* Por último, si hay algún elemento donde puedan cometerse irregularidades es el los concursos que es donde se manejan cantidades de dinero elevadas y donde los términos en los que se redacten pueden favorecer o perjudicar a los posibles candidatos.


A lo mejor el secreto para tener políticas públicas más efectivas consiste en cambiar la cartera de ministro por el carrito de la compra.