jueves, 31 de marzo de 2011

Administración Innovadora

Lo que sigue no está escrito pensando en un blog y no se adapta al formato esperado, pero aún así creo que es una muy buena manera de empezar. Prometo adaptar las siguientes entradas a los gustos de los "bloggeros".


En este país donde los políticos son unos ladrones y los empresarios unos explotadores, a los funcionarios nos ha tocado ser unos vagos. No hemos salido mal parados. Ahora bien, hagamos un esfuerzo por no hablar de la administración pública y de sus funcionarios con frases hechas, por aquello de no pensar con frases hechas y en ese contexto de apertura la pregunta que surge es ¿dónde nos lleva el debate sobre la función pública que se está planteando? 

En un momento donde la valoración social de los servicios públicos está en uno de sus momentos más bajos, la sociedad no necesita una reforma, sino una “mejora de la función pública”, y esto último no se podrá hacer sin contar con los que estamos dentro. Si no se añade ningún ingrediente en este camino que se ha emprendido, al final tendremos una función pública un 5% más barata y más pequeña pero no más eficaz, ni más eficiente, ni en definitiva mejor. 

No se consigue el pleno desarrollo de las organizaciones, ni de las estructuras sin pasar por el desarrollo de las capacidades de las personas que las componen. Tampoco de las estructuras públicas. 

No se mejorará la comunicación entre administraciones hasta que los funcionarios que las componemos asimilemos la necesidad de comunicarnos. No tendremos las organizaciones inteligentes que ya introdujo Peter Senge hace años hasta que los que estamos dentro adquiramos esa visión compartida y global que mira más allá de nuestra mesa. Y desde luego, no habrá ideas nuevas en la administración hasta que no se abran los cauces que permitan escuchar a las personas que las tienen. 

La buena noticia es que hay toda una corriente que avala este planteamiento. Conceptos como gobernanza, administración pública deliberativa o gobierno abierto se abren paso. Simplificando mucho podemos decir que son tres patas de la misma mesa en la que se ensalza la participación en el proceso político y en la toma de decisiones. 

En este ámbito, los pensadores han hecho los deberes, Daniel Innerarity, Quim Brugué o Joan Subirats entre otros llevan una larga trayectoria poniendo las bases ideológicas del cambio. En el terreno legislativo, la ley 11/2007 de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos abrió un camino de cambio que refuerza el Estatuto Básico del Empleado Público. 

Ejemplos donde mirar también hay, desde el oGoverment de Obama que fue el primero en estrenar los valores de transparencia, participación y colaboración, la oficina del Primer Ministro Británico o la solidez de la innovación del sector público australiano (sí, nuestros hermanos mayores también tienen funcionarios). Iniciativas cercanas tenemos: el impresionante despliegue del Irekia de Euskadi que sirve de marco para su Plan de Innovación Pública, los pasos en Cataluña que aporta entre otros el proyecto InnoGencat y aquí en casa tengo que mostrar mi debilidad por el trabajo de Nacho Celaya en el campo de la Participación Ciudadana del que espero sirva de espejo para ese campo por desarrollar en Aragón que es la participación desde dentro. 

Ya ven, hay un atractivo camino abierto pero es cuesta arriba y tiene curvas. Así que apunten porque hay deberes para todos: 

Los ciudadanos deberían hacer uso de los canales de participación que ya se están abriendo y a los que les seguirán muchos otros. Úsenlos para transformar las quejas en propuestas y la incomprensión en preguntas. 

Todos los que componemos la administración tenemos que asumir nuestra responsabilidad en el cambio y aceptar que las cosas no necesariamente se deben hacer como siempre las hemos hecho. 

Los políticos deberían volver la mirada hacia dentro e invertir esfuerzo en hacer cómplices de la participación a los componentes de la administración, que son los que a fin de cuentas ejecutarán las medidas que traducen los cambios culturales en hecho concretos. 

Y por último, señores directivos de la función pública sobre ustedes están ahora las miradas. Cojan un post-it y pónganlo bien visible en la pantalla de su ordenador. Tienen que anotar en él las palabras: 

administración pública deliberativa, gobierno abierto y gobernanza. Pueden incluso utilizar sus siglas que parece que visten más APD, oGov, … pero sobre todo búsquenles un hueco en sus agendas porque cuando las cosas van mal, y ahora van muy mal, los juicios que se hacen sobre las actuaciones de alguien no se quedan sólo en lo que se hizo, sino que abarcan lo que se dejó de hacer. 

Sirvan estas líneas como pobre respuesta al llamamiento que hace Quim Brugué en sus “Reflexiones desde mi rincón, a propósito del final del año”, en el que entre otras cosas se atreve a “esperar del futuro unos ciudadanos que nos exijan y nos ayuden en el desarrollo de nuestra tarea política”.