martes, 26 de marzo de 2013

De Espaldas a la Educación Superior

El texto que cito a continuación ha sido publicado en "EL Heraldo de Aragón" el sábado 23 de Marzo. En él reflexiono sobre como el informe de la comisión para la reforma universitaria prima la investigación, hasta un extremo que resta valor peligrosamente a la docencia.

En realidad lo que hay detrás de esto es que el fin lícito de fomentar la investigación se ha convertido de facto en un castigo a la actividad docente.

Cuando valoras y premias la carrera profesional de alguien en función de unos objetivos, obviamente se esfuerza por cumplirlos. Centrar los objetivos en el ámbito de la investigación va extendiendo un cambio sutil en la forma en la que los mismos profesionales dejan de valorar la importancia de su actividad educativa.





La creciente preocupación por la educación va más allá de su dotación económica. Nos importa y mucho su calidad: conocemos el modelo finlandés, a Ken Robinson y el programa “cuestión de educación” batió records de audiencia. Sin embargo parece que la importancia que la sociedad le otorga a la educación se diluye al llegar a la educación superior. Al menos eso deja entrever el informe que la comisión para la Reforma del Sistema Universitario hizo público recientemente.
Los ejes de actuación de la Universidad son enseñanza, investigación y transferencia de conocimiento. Además en este mundo global y competitivo la Universidad se suma a la carrera de los rankings y para ello fomenta la investigación.
En este contexto, la reforma propuesta incide en la valoración de la investigación hasta un extremo que lleva a desdeñar la repercusión de la actividad docente.
El informe admite que la docencia como transmisión y generación de conocimiento es lo que justifica la existencia de las Universidades. Esta idea es fundamental. Lo que hace que las Universidades no sean el CSIC o cualquier organización investigadora es la vocación de transmisión de conocimientos. Las Universidades tienen la responsabilidad de formar a la sociedad, el CSIC no.
Es por lo anterior que cuesta no cuestionar algunos enunciados que atacan el papel de la Universidad como garante de la enseñanza superior.
Se propone evaluar la calidad de las Universidades en base a innovación y dejar de lado la “supuesta calidad de la docencia” a la vez que plantea un baremo en la evaluación de los docentes incrementando “muy considerablemente” los méritos por investigación y transferencia y reduciendo los de docencia. Es decir, la enseñanza en todos sus ámbitos deja de ser valorada.
Justifica esta medida en que la investigación acumula conocimientos y por tanto mejora la docencia per se.
Es llamativo que esta afirmación no está avalada por datos, queda en el terreno de lo opinable. ¿Vamos a reformar el Sistema Universitario basándonos en opiniones? Midamos el resultado final, la mejora efectiva de la docencia, no el supuesto medio para conseguirlo. Además si la evaluación docente que se hace actualmente no es adecuada que se estudie y formule otra.
Por otro lado el RD 14/2012 introdujo una reforma en la dedicación docente. Las horas de clase se ven reducidas en función de la investigación. La docencia se convierte en una sanción a los poco trabajadores.
El modelo da por hecho que el buen investigador es buen docente y libera a los buenos investigadores de la docencia. En esta lógica los buenos docentes dan menos clases.
La realidad es que premiar la investigación se convierte de facto en un castigo a la actividad educativa y que garantizar la mejor preparación ha dejado de ser una prioridad.

Un sistema de méritos que aleja a la Institución de lo que le da sentido es más que cuestionable. Es más, cuando una organización se aleja de aquello que justifica su existencia, su futuro no puede ser muy esperanzador.

9 comentarios:

  1. Terrible error. ¿Cual debería ser el propósito de la Universidad? Bajo un punto de vista sistémico debería ser algo así como: enseñar a adquirir conocimientos y técnicas que reviertan en beneficio de la sociedad en la que está inmersa.
    La docencia es la piedra angular del conocimiento. Solamente trabajando en el método que permite mejorar el aprendizaje es posible una evolución basada en el conocimiento.
    Creer que la investigación mejora la docencia es una mas de las falsas presunciones del management actual, conjuntamente con la creencia de que los objetivos y los rankings ayudan a mejorar. Son suposiciones basadas en la ignorancia que carecen de toda prueba científica.
    Vamos por el camino equivocado y cuando nos demos cuenta será demasiado tarde, tendremos un país con todavía mas ignorantes, si es que no lo tenemos ya.

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  2. Hola Marta:
    No conozco en profundidad la reforma que se propone, pero, como agente externo, siempre he visto que la docencia era la prima pobre de la universidad. No es casual que tradicionalmente se utilice el término "carga" docente. Efectivamente, es como un castigo... Algunos amigos profes universitarios, hablan de los "pata negra". Cuando yo les pregunto si se refieren a los más queridos por los alumnos, o los más innovadores en las clases, me miran horrorizados y me dicen: NOOOO!!. Son (somos) los que más "papers" publicamos.... Supongo que no es casualidad que una parte muy importante de las horas de docencia recaigan en los doctorandos y en los profes asociados. Y si quieres, hablamos de la "vocación investigadora" y de la retribución extra que ello supone y no precisamente para la Universidad.

    Leer tu magnífico post, me recordaba este otro tan entrañable de Angel Fidalgo (al que también sigo)y que publicó a principio de mes. "Cruceros versus flotadores"

    http://innovacioneducativa.wordpress.com/2013/03/04/cruceros-vs-flotadores/

    Gracias por escribir tan bien. Besos

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  3. Hola Marta.Lamentablemente vamos camino a dejar via libre a la enseñanza universitaria privada.
    pero lo peor de todo es que, como señala Jose Antonio, los principales responsables son los que han favorecido que la docencia universitaria se haya visto como la actividad obligada de entrada, promoviendo reducciones de la carga docente como premio a los meritos conseguidos. Es decir castigando a quienes no tienen meritos a dar mas clases. Mal camino llevamos.

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  4. José María, José Antonio,

    muchas gracias a los dos por vuestros comentarios que enriquecen tanto este blog.

    En principio está bien apoyar la investigación, con todas las dudas de lo que supone "apoyar", pero no a cualquier precio. Lo malo es que quien está dentro de ese sistema de gratificación tiene dificultades para juzgarlo con objetividad y muchos más problemas si intenta salir de él.

    A raíz del artículo estoy recibiendo muchos comentarios sobre la universidad de personas que no pertenecen a ella y os aseguro que es para reflexionar muy seriamente sobre el descrédito que tiene.

    La Universidad reflexiona sobre sí misma a menudo, pero muchas veces en código interno y este último documento de reforma es de lo más extremista en ese punto. No puedes limitar la reforma universitaria centrándola en la forma en la que se evalúan los sexenios y mucho menos en esta situación actual de divorcio entre sociedad-universidad.

    Gracias por el enlace José Antonio. Muy interesante.

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  5. Hola David,


    estoy totalmente de acuerdo en que el camino que se abre no es bueno pero el primer paso para buscar otros es tener claro qué es lo que no nos gusta de éste, y eso lo sabemos ¿no?

    Gracias por comentar :-)

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    1. Hola Marta.
      Me temo que el origen del problema puede ser ese: no se abre un verdadero debate para identificar qué es lo que no nos gusta del modelo actual. Si este se polariza entre cargarse el modelo o mantenerlo inmovil, las posiciones se extreman.

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  6. A mí me gusta los debates que han surgido alrededor de tu post y su publicación:

    -¿Quién está legitimado para opinar sobre la reforma universitaria? Desde mi punto de vista cualquiera que se sienta implicado. Se opinará con más o menos criterio. Pero no creo que sea saludable cerrar sólo el debate a determinados estamentos.

    -¿La docencia es una carga o es una razón de ser?

    -Hay quien propone abandonar cualquier reforma y trabajar y trabajar para llegar a ser como las grandes universidades. Es una idea de trabajo. El problema que le veo es que si esa acción no va coordinada lo que se consigue es que unos pocos sigan ese patrón. Esos pocos suelen encontrar la misma recompensa desmotivadora cuando intentan cambiar algo para mejorar: muros infranqueables. Lo que les devuelve al punto de partida.

    Como me suele gustar el término medio, me pregunto si sería viable permitir dos perfiles en la universidad: el investigador y el docente. Igual de valorados y reconocidos. Y con capacidad y flexibilidad para moverse de uno a otro. En el fondo, es lo que ya se practica ahora pero sólo reconociendo la actividad investigadora y presentando la docencia como una "carga". Por supuesto, igual que ahora se sabe valorar una publicación, por su factor de impacto, por ejemplo, que se supiese valorar cuándo la docencia es de calidad.

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  7. Hola Marta.

    Gran artícuo.

    Uno de los problemas principales, a mi entender, es que la investigación es fácil, rápida y objetiva de valorar (otro debate aparte es si es un método justo)... ¿Pero y la docencia? Creo que éso requeriría mucho más trabajo y levantaría demasiada ampollas, o sería café para todos y tampoco arreglaríamos nada.

    Un saludo.

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  8. Jesús,

    efectivamente evaluar la docencia es algo muy complicado y que siempre tendría que hacerse en función de resultados y no de métodos, sino queremos eliminar cualquier posibilidad de innovar en la docencia. Aún así creo que el pensamiento general se acerca más a "lo que define mi carrera profesional es la investigación y lo demás es una carga" que a "qué valiosa es la actividad docente pero qué difícil de medir".

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