domingo, 29 de abril de 2012

¿Resuelves problemas cortándote la mano?

Imagina que vas de paseo por el monte y decides acercarte a ver mejor un paisaje por una zona de difícil acceso. El paisaje ahí es mucho más bonito. Pero, el agreste camino te hace resbalar. Te agarras a una rama para no caer pero te clavas una astilla en la mano.

Tienes mala suerte y no puedes sacarte la astilla y se infecta. Debes que acudir a un centro de salud donde te indican que te apliques durante una semana pomada antibiótica y que vuelvas después a que te la extraigan.

La experiencia en sí ha sido buena. Has visto un gran paisaje. Pero las consecuencias, bastante  molestas. ¿Qué harías para intentar no volver a tener el mismo problema? ¿Evitarías ir por senderos difíciles? ¿Comprarías un bastón o unos guantes? o... ¿Te cortarías la mano para no tener ese mismo problema otra vez?

Esto se me ha ocurrido después de que me contaran el problema que se ha dado en un centro de salud.

Para quien no lo sepa, los pediatras suelen recomedar al menos un par de vacunas fuera del calendario vacunal a los niños. Esto significa que son los padres los que, si deciden dárselas, deben comprarlas en la farmacia. Y, habitualmente, los propios pediatras cuadran el calendario vacunal oficial con ellas, supervisan su administración. Y son los enfermeros pediátricos los encargados de inyectarlas como el resto de las vacunaciones. Una de estas vacunas puede costar entre 60 y 80€

En este centro de salud que me comentan, a la enfermera, al ir a preparar el inyectable, se le cayó y quedó inutilizable. La madre puso una reclamación al centro solicitando que la enfermera se hiciera cargo del coste de la adquisición de la vacuna.

fuente imagen masquepadres.com

Desconozco cómo se resolvió el asunto en concreto pero sí la medida general que se adoptó para evitar otro problema similar: En el centro no se administrarían vacunas no contempladas en el calendario de la administración.

La solución protege al colectivo de enfermería que ya no se van a volver a encontrar en dicha situación pero ¿a los pacientes del centro? ¿A la sociedad?

Los que ahora quieren seguir el consejo de ponerse esas vacunas deben de abonar, además de la vacuna, un ATS privado, lo que eleva aún más el tratamiento haciéndolo inaccesible a un porcentaje más amplio de la población. Se introduce un factor más de desconfianza "¿El pediatra me la recomienda para que llevarle negocio al ATS?". Pero, sobre todo, se introduce una normal global estricta que no sería necesaria para un porcentaje amplio de los usuarios del centro de salud que serían capaces de entender un accidente.

Desde mi punto de vista una norma que advirtiera al paciente de la situación y de su propia responsabilidad e, incluso, de la posibilidad (seguramente muy pequeña) de rotura durante la manipulación que incurriría a su cargo y que o bien la acata o tiene la opción de contratar un servicio privado. Incluso de elaborar un documento que el usuario pueda leer tranquilamente en su casa y deba presentar firmado para que le administren el tratamiento es mucho menos perjudicial para el sistema global pero igual de eficaz contra posibles reclamaciones al personal.

Sin embargo, ejemplos como estos de decisiones salomónicas tenemos a diario en la administración. La pregunta es cómo forzar a que el mecanismo de toma de decisión ante problemas evite soluciones de "si me corto la mano nunca más se me clavará una astilla".

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