miércoles, 22 de junio de 2011

Una administración que escucha

Esta mañana en la radio han entrevistado al ministro de Trabajo. Ha dicho varias cosas dignas de comentar, pero me quedo con una que me ha llegado especialmente. Valeriano Gómez decía esta mañana que los trabajadores deben implicarse con los problemas de sus empresas. Y cuando lo decía yo no podía evitar acordarme de una anécdota que me contó una de mis amigas hace unos días.

Mi amiga trabaja junto a otras 4 personas en un servicio que depende de la comunidad autónoma. Así que ya veis que hablamos de funcionarios. Últimamente se habían encontrado con varios asuntos que ellos solos no podían resolver y como lo de dejarlos en punto muerto no les encajaba decidieron escalarlos para buscar una vía de solución.


Unos días después habló con ellos un mando intermedio que habitualmente está en contacto con el responsable político al que habían intentado comunicar la situación. La respuesta que les transmitió fue: “… por cierto, que ya ha llegado vuestro escrito a quien tenía que llegar…y no os preocupéis, que no os va a pasar nada”. Ante la mirada ojiplática de mi amiga y sus compañeros les repitió: “sí, tranquilos, que no va a haber represalias. Ya sabéis que a los jefes no les gustan los problemas”.

Con esa respuesta se perdieron varias cosas:

* Se dejó pasar la oportunidad de resolver una situación difícil q repercute directamente en los usuarios de ese servicio. Esos que luego acaban cuestionando la viabilidad del sector público.

* Se dieron razones de peso para perder la confianza en ciertos gestores públicos

* Y otra más, precisamente la que reclamaba hoy el ministro. Esta forma de actuar hace muy difícil la implicación de esos 5 empleados públicos en los problemas de su empresa

Hay veces que creo que estamos muy lejos de construir esa administración deliberativa con la que sueño, otras, como ahora pienso que es tan sencillo como empezar a escuchar.


Como punto de partida os dejo una lectura que a mi me despertó. Es un artículo de Quim Brugué que fue el inspirador no solo de esta entrada, sino de este blog:

Una administración que habla es una administración que piensa

Disfrutadla.

4 comentarios:

  1. Cuando mi amiga leyó la entrada me dijo algo como esto:

    "... por otro lado, resulta que encima somos tan bobos que nos implicamos con nuestra empresa y procuramos hacer las cosas bien. He descubierto que hay gente a la que le va la marcha como a mí."

    Y yo que soy así de indiscreta le contesto aquí en "voz alta":

    sé que hay mucha gente que hace que la administración funcione, porque digan lo que digan la administración funciona, el problema es que las estructuras organizativas no siempre hacen que el viento sople a favor. Demasiadas veces, las cosas funcionan por el esfuerzo y la implicación individual del empleado público que quiere hacer las cosas bien.

    ¿Dónde estaría la administración si el esfuerzo individual, las estructuras organizativas, los gestores públicos y las necesidades ciudadanas fuesen en la misma dirección?.

    Por eso hay que sentarse a hablar y escuchar.

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  2. A mí no sé qué me sorprende más si el que recibe la carta como responsable y dice "Bueno, no voy a cebarme y no les voy a abrir un expediente". O, el mando intermedio, que es capaz de decir sin pestañear "no os preocupéis, que no os expedientan".

    Si alguien, hoy o mañana, tiene algún problema en nuestra administración. Que respire hondo. La cosa va para largo y tendremos que rezar (y eso que estamos en un estado laico) para que no vaya a peor.

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  3. Hola compañeras, he leído el post, el artículo enlazado y vuestros comentarios. Y siempre llego al mismo sitio. Con burocracia weberiana, NGP o administración deliberativa, los problemas más difícilmente resolubles (alta complejidad) siempre tienen una base de falta de ética en alguna o varias de las partes intervinientes. El mismo ejemplo del post lo muestra claramente. Cuando el problema no es complejo, la cosa se resueve técnicamente siempre, como dice Quim Brugué.

    Mi tesis es que -en un mundo ideal- si no hubiera esas carencias éticas en las personas y en sus actuaciones, daría igual si weber, ngp o apd: funcionaría. Y sólo sería cuestión de escoger en cada caso la aproximación más eficiente midiendo resultados de satisfacción en todos los participantes.

    Por tanto, creo que esto sólo es inventar nuevas vueltas de tuerca, creativas e imaginativas, pero que no atacan a la raíz.

    Y para ser más polémico, inintencionadamente :), tras leer a Brugué me venía la idea de que no estaba justificada la inclusión del diálogo en su propuesta. Ojo, no que no fuese buena (creo en ello) sino que no estaba justificada. Si ese es el caso ¿por qué va a funcionar esa propuesta (ya de por sí dificilísima)?

    No sé cómo lo véis vosotras.

    Un cordial saludo

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  4. Hola Emilio,

    es cierto que lo que mueve las cosas son las personas. La administración que yo busco es aquella que consigue el despliegue de las capacidades de las personas que la componen, y es imposible conseguir una organización así sin contar con personas sólidas que saquen lo mejor de sí mismas.

    Eso es lo que hay detrás de esa "administración humanizada" del título. Desde ese punto de vista este blog podría haberse llamado "la administración de la buena gente", pero casi parece el eslogan de una marca de cerveza ;-)

    Lo anterior no le quita valor a la APD. Las personas nos movemos dentro de organizaciones basadas en unos principios y no todos son iguales. Para mí los principios de la APD: el diálogo, la participación,... son una ventana abierta que hace entrar aire fresco en una casa que necesita ventilar.

    Respecto a si está justificada la inclusión del diálogo, más allá de si lo está en el artículo de Brugué, te aseguro que en el entorno real del día a día de muchos empleados públicos está más que justificada.

    Bienvenido a la administración deliberativa

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